septiembre 22, 2008

eSteLas de aleGríA

Cualquiera que le vea le toma por loco.

Realmente va haciendo el loco: despreocupado, charlatán, desgravado y complétamente excéntrico. Y siempre crea en los que le conocen la misma sensación. Incómodos por lo poco previsible de su presencia siempre intentan deshacerse de él, lo que le da un aire solitario que inspira lástima y temor a partes iguales. ¿Desgraciado o canalla? Nadie le dedica el tiempo suficiente para tener una opinión fundada.

La realidad es que cada vez que asalta a alguien le confude, le hipnotiza, le pide algo (un cigarro, unas monedillas), le suelta un par de incongruencias y se retira en busca de un nuevo concursante para su pantomima constante.

Sin embargo, lo que más le define es la sonrisa que deja en la boca de los que le ven marchar, sorprendidos de su existencia.

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