Salían tus pies volando
con alegres botes,
yo mientras me agachaba a poner la oreja
y escuchar en la tierra todos tus pasos.
Te tumbaste en la plaza de lavapies
y yo miraba el cielo buscando un sueño
que como un enjambre te envolviera.
Se te iban solas las manos pintando estrEllas,
mis ojos parecían dos cometas rojos
que intentaban conseguir
ver crecer la hierba.
El sonido de tus pasos al alejarte
guiaban el ritmo de mis parpadeos,
mientras el cielo estaba cada vez más bonito.
Caí despaldas de levantar la cabeza y por fin
pude oír crecer la hierba...