febrero 14, 2008

PonGa uNa maDRE eN Su OfiCinA

Berta empuja el carrito cuesta arriba - croncroncron - y ya está en la redacción. Con un giro de cuello de 47º consigue identificar los focos de basura. Se acerca a la mesa de su derecha, saluda, se agacha, coje una papelera, otra, bromea un poco y continúa hacia otra mesa, se hace con una botella vacía de agua y desaparece.

Está gordita y es bajita, se mueve despacio pero segura, con su trabajo ya totalmente asimilado. Nos conocemos del año pasado, ella limpiaba las escaleras de documentación, siempre 5 minutos antes de que yo pasase por allí. Ella me llamaba la atención y yo le echaba la culpa a otro.

Vuelve con la botella llena, riega una planta, otra, vacía otro par de papeleras en el carrito, vuelve a llenar la botella, riega la última planta y mientras comenta a Alfredo que esa estantería está demasido cargada - como se caiga se va a romper todo - Alfredo mira de reojo y asume el comentario como una advertencia, se levanta y recoloca un par de pilas de discos. Estamos fuera de peligro.

Berta ya está a mi lado, ordenando los miles de papeles que de forma mágica se amontonan sobre la mesa de Peter, que lleva de baja ya más de 6 meses. Observa la botella de vino (de la jubilación de Nuria, hace una semana) y dice -esa botella está muy al borde del pollete- no hace falta que diga más, ya estoy ahí recolocando el vino, que estoy seguro que Berta va a tirar antes de que acabe la semana.

Berta es lo que comúnmente está considerado como la limpiadora, a mi me parece la madre de todo esto. Y mucha falta que le hace.

2 comentarios:

belenmadrid dijo...

Ya te digo! Yo soy la última que salgo de aquí y ando con cuidado de salir por donde no está fregado siempre... Buen finde!

césar dijo...

igualmenete!!