marzo 20, 2007

LeTraS

U n a a u n a va n c a y e nd o... o no.


Unas veces me caen en la cabeza como una lluvía de granizo. Unas veces me acuerdo de su orden, otras no.
Otras me encuentro resquebrajándome como el fondo seco de una charca,
como el suelo infértil de la llanura desértica. Como hoy, como ayer, como antes de ayer. En esos días me dedico a dejar que ellas solas decidan como se reunen, quienes dirigen, quienes trabajan a su merced, cuales son las sindicalistas, cuales quedan en el paro (seguro que alguna no quiere aperecer hoy).

Hay ocasiones en las que me encuentro fino, tengo mis palabras afiladas, definitorias, tajantes, tengo hasta las palabras que necesitan los demás, que les ayudan a saber que sé lo que quieren decir, que les asombran y les alivian. Hay veces que una palabra mía me ha alejado de los demás sin yo saberlo,
que las he buscado ansioso, casi desespertado, como afectado por una enfermedad de nombre de alemán...

Algunas al unirlas suenan atractivas, como a, l, a, c, r, á, n (tú me dirás que no, pero a mi me lo parecen), otras son cacofonias, a saber: c, a, t, é, t, e, r. Otras son apropiadas para el momento, como hoy es felicidad, otras no deberían tener momento, como rencor.

Ayudan al sincero, no se gastan y se les pueden dar las vueltas que se quiera, y confunden al incauto en manos de un buen encantador.

¡Qué más da, si no son más que eso, letras!

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